Dientes de flores, cofia de rocío,
manos de hierbas, tú, nodriza fina,
tenme prestas las sábanas terrosas
y el edredón de musgos escardados.
Voy a dormir, nodriza mía, acuéstame.
Ponme una lámpara a la cabecera;
una constelación; la que te guste;
todas son buenas; bájala un poquito.
Déjame sola: oyes romper los brotes...
te acuna un pie celeste desde arriba
y un pájaro te traza unos compases
para que olvides... Gracias. Ah, un encargo:
si él llama nuevamente por teléfono
le dices que no insista, que he salido...
Este
poema lo escribió Alfonsina unos días antes de suicidarse. He estado
pensando en él. Y ahora mismo que decido publicarlo, leo su biografía y
fue un 25 de octubre cuando partió para siempre. Es una casualidad que
me asusta más. Pero dicen que hay que vencer el miedo a la muerte para
poder ser buen/a escritor/a. Por toda la vida que supo beber y toda la
muerte que necesitó su dolor, salud, hermana Alfonsina.
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