“Mi experiencia tratando de ayudara otra gente a escribir ha sido limitada pero
intensa. He hecho de todo, desde darles dinero para vivir a presuntos escritores
hasta hacerles el argumento y rescribirles las obras. Creo que es una absoluta
pérdida de tiempo. La gente a la que dios o la naturaleza destinan a ser
escritores encuentra sus propias respuestas, pero para los que tienen que
preguntar, la ayuda es imposible. Son sólo personas que quieren ser
escritores.”
Contundente, un poco cruel, pero ¡cuánto de cierto hay en este concepto! Una buena frase para empezar a plantearse qué fue de los talleres literarios, que tuvieron su época dorada, frecuentados por muchos que esperaban “convertirse” en escritores.
Otra: la ímproba labor del redactor o del editor, que tiene la frustrante sensación de no saber muy bien quién es el verdadero autor de ese texto que ha “rescrito”.
Para seguir pensando.
Cruel, pero completamente de acuerdo. Y en la pintura, y en la música, y... en la programación de computadoras, aunque mis alumnos sigan quejándose de que yo tengo la culpa.
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