27.8.17

Santiago Maldonado, ¿dónde está con su gorra blanca? Y Rodolfo Walsh...





«La tricota de Brión brilla, casi incandescente de blanca.»


«Brión tiene pocas posibilidades de huir con esa tricota blanca que brilla en la noche. Ni siquiera sabemos si lo intenta.»


«"Tenía una tricota blanca, era Mario Brion, y parecía un Cristo".»


Desde que miré esta fotografía de Santiago Pibe Nuestro Maldonado, pienso en esa gorra blanca con visera, blanca en esta foto de él en otro tiempo cercano, y blanca también la intuyo en otra foto de ahora mismo, en manos de quien la encontró con otros testimonios de su presencia que se hallaron en el lugar donde...
Y en ese momento, esa imagen de la gorra blanca en dos fotografías —una sonríe y la otra clama—, me estalló el recuerdo de la incandescente blanca tricota de Brión, el fusilado que no vivió. Todos corrían para salvarse, pero no sabemos (porque dudamos con Rodolfo que duda) si lo habrá hecho, si se habrá animado, porque brillaría su tricota blanca incandescente en el basural de José León Suárez, barrida de gritos y plomo, protagonista, caído él, de esa siniestra historia que nos contó para que no olvidemos nunca, para que sepamos cómo son y de qué son capaces ellos, los mismos que hoy nos arrebataron un pibe, ya detenido desaparecido él,  que es nuestro, de nosotros, no de ellos los que matan en la oscuridad la blancura incandescente.

(Rodolfo Walsh dejó un ajedrez pendiente por siempre jamás en una mesa de un bar de La Plata para ir a jugarlo en las urgentes páginas de su Operación Masacre, páginas nuevas que le exigía su compromiso con la Historia su historia, las primeras, inaugurando un modo de narrar la verdad, pionero Rodolfo.)
¿Santiago pensó en no correr, temió el río, pensó como Brión ser un blanco inevitable de tricota incandescente que brilla en la noche del horror? ¿Así agazapado, esperando, mirando cómo los demás sí y él no, y bajo un árbol que no fue refugio hasta que oyó "tenemos uno"? ¿Y fue Santiago uno como Brión...?
No quiero pensar en un "Cristo" de gorra blanca, que debe haber perdido cuando se lo llevaron. No quiero un Cristo que no resucita.
Lo quiero vivo porque vivo se lo llevaron, como dice la voz popular.
Pero es imposible que deje de pensar en la gorra blanca, imposible no sentir que me miran sus ojos limpios, no sonreír con la barba y las rastas y la sonrisa buena y el buen querer de estar al lado de los que luchaban por justa causa, de su ser con el otro y sentir que de otro modo no valía la pena ser.  ¿Qué armas tenía en sus manos desarmadas Santiago? Las del artes. Era artista. Y era viajero. Y viajando hacía amigos. Y tenía amigos que lo necesitaban. Y allí estaba. ¿Y ahora dónde está Santiago libre que viajaba, artista?

La gorra blanca de Santiago ¿habrá quedado brillando, casi incandescente de blanco, cuando lo atraparon "tenemos uno" y lo apalearon para meterlo en una camioneta donde se nos empezó a desaparecer?
Qué tristeza de lágrimas sin fin hasta la verdad toda ella develada para que se desaten con rumbo cierto, no esta inquietud de no conocer qué, cómo, cuándo. 
Hoy sabemos quiénes. Tenemos certeza de esos quiénes. 
Que hablen los quienes que se lo llevaron, y los quienes que ordenaron a esos quienes.
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Abrazo a los compañeros que no cejan en pedir que lo queremos vivo.
Solidaridad en el inconmensurable, infinito dolor de su familia que clama respuestas.
Lo quiero Cristo vivo, caminando libre como prefería Machado al Nazareno, ese que anduvo en la mar.

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