En la Plaza de la Revolución, un obcecado Silvio Rodríguez sigue siendo él mismo, y por eso nos sorprende cada vez. Esta, en un concierto con orquesta sinfónica dirigida por Leo Brower, como clausura del Primer Encuentro Nacional de Orquestas Sinfónicas del país (es decir, Cuba, claro).
Y el necio, el reparador de sueños, el aprendiz de brujo (vaya con la casualidad) recordó al amigo de la Revolución que se fue, pero cuyo "polvo enamorado" se esparcirá por la isla que resiste...
Grande, Silvio.
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