9.2.07

Una frase...

... que sintéticamente le cierra la boca a los partidarios de la "actitud", el "pensamiento positivo" y el facilismo voluntarista ("yo puedo", ¿de veras?; mirá vos qué fácil). La literatura nos salva de las "liviandades" que por allí pululan.

Mi vida transcurría monótonamente, pues tengo un testigo constante que me prohíbe la felicidad: mi dolencia. (Silvina Ocampo, "La paciente y el médico", en La furia.)

Por que digo yo, si hay dolencia (es decir, si a uno "le duele"), ¿cómo le abre la puerta a la felicidad?

Sin embargo, en este mundo de hoy, más vale que uno diga "estoy feliz", "todo bien", "no pasa nada"; porque cuando se quieren contar los dolores, de pronto, uno está solo, sentado en el banco de la plaza, contándole su historia a las palomas... O como el personaje del cuento de Chejov, termina contándole su tristeza... al caballo que tira del carro en que trabaja.





1 comentario:

  1. bueno, es difícil contar el dolor propio. Además como dice Zizek, vivimos en una sociedad donde el que no goza se siente culpable. Imaginate que lugar se le da al dolor.
    saludos!

    ResponderBorrar