7.2.09

Si todos escribimos... Sí, todos escribimos. Pero ¿quién lee?

Vuelvo al blog sabiendo que la respuesta es que nadie. digo, Nadie (nadie) lee mi blog (y aquí incluyo la broma de Ulises, el de la Odisea, que se llamaba, en verdad, Odiseo, claro).
Pero tengo que algo para decir, como parece que sucede con las muchedumbres que ahora pueblan los espacios que Internet ha abierto en sus múltiples formas.
Blogs, blogosfera, y otras denominaciones que ahora no me vienen a la mente, sirven como soporte textual para que podamos todos escribir aquello que necesitamos/deseamos/soñamos... Hay lugar donde escribir, como si nos hubieran regalado una enorme pizarra en pleno sitio público, y nos invitaran a dejar un graffitti que, además, tendrá la ventaja de ocultar el momento, nos permitirá la misma privacidad que requiere la escritura, pero al mismo tiempo la ventaja del más popular de los medios de comunicación.
Pero... ¿alguien lee lo que escribimos? Sé que hay circuitos de lectura en Internet, pero no sé si va más allá de aquellos que acostumbran a leer y, más aun, los que aprovechan, gustan, aceptan la polémica. Entonces, se cierra ese ciclo al que siempre se menciona cuando se habla de un tradicional libro escrito en papel y publicado por esos medios que ya parecen obsoletos y muy pero muy mediatos: se completa la producción textual.
Ahora bien, es tanto, pero tanto lo producido y tan poco el espacio para la "escucha", que me atrevo a decir que todo queda en generar y poco en recibir. Digo, muchos escritores, pocos lectores. Muchos dispuestos a colgar en posts, mensajes, escritos, blogs... lo que piensan, sienten, critican, sospechan... pero muy pocos para "ver qué pasa" en lo que otro escribe.
Quizá me equivoque y espero que así sea. Pero, por ahora, la imagen es la de una compulsión hacia afuera que no permite la inclusión del discurso del otro.

En fin, en eso quedará también este mensaje en este blog, que sé que es "visitado"; pero son visitas de "paso y me voy enseguida", esas que nos dejan con las ganas de una conversa que, por ahora, no llega.

Nadie leerá mis palabras. Ah, Nadie, qué poder te ampara.