26.10.04

Ese enigma llamado Perón

El testimonio de Martín Caparrós para Cazadores de utopías refiere, simple y desgarradoramente, lo que significaba para los jóvenes de los setenta sostener una militancia mediatizada por la figura de un hombre que siempre se nos escapa al análisis. El peronismo ha sido y será un enigma traumático. Vaya novedad...

Perón era algo que uno tenía que soportar; porque, además, siempre fue así.
Siempre estaba semicagándote, y había que encontrarle la vuelta para explicarle a todo el mundo que lo que había querido darte era una palmada en la espalda cuando, en realidad, lo que te había dado era una terrible patada en el orto.

Gracias por la lucidez, Martín. Generación jodida, la nuestra.




25.10.04


Dulce mirada azul... Posted by Hello

Amadeus, por siempre, Amadeus... Posted by Hello

Amadeus...

Ragdoll, macho, bicolor blue.
Así dice algo que llaman pedigrí. Tenía una falla en el color y por eso, era impresentable en los shows o para criar. Eso dijeron los expertos.

Para nosotros, era una nube blanca y mullida, una expresión soñadora que surgía de sus ojazos azules, un torbellino de dulzura, una manifestación de la belleza que a veces ofrece la vida.

Apenas había cumplido dos años con nosotros, pero tropezó con un destino cruel. Se lo llevó, pese a su obstinación por seguir viviendo, una enfermedad que lo venció, pero de pie, tratando de escapar de ella. Nunca se rindió, si eso sirve de algo.

Me dejó un vacío infinito, la sensación de que se me escapa lo que más amo, silencio, ausencia de él, pura ausencia.

No perdono a la muerte enamorada
no perdono a la vida desatenta,
no perdono a la tierra ni a la nada.

Menos mal que existen los que sienten como uno y lo dicen mejor, muchísimo mejor, inmejorablemente mejor.

Gracias, Miguel Hernández, que antes de saber cuál sería tu final, te rebelaste a la desgracia. Me hacían falta tus palabras.

Chau, Amadeus, Amadeusis, Amadeusín... Cantaré tu nombre con la música de Edelweiss, que no sé si te gustaba, pero nunca me dijiste lo contrario.




18.10.04

Contra el destino...

“A veces pienso que no hay suficiente piedras”, dice Forrest Gump frente a la casa de su amada ¿Jenny?, a quien ayudaba en la tarea de intentar destruir un pasado pavoroso.

Yo lo traduciría por “no hay piedras que alcancen”: por muchas pedradas contra ese monstruo indomable que es el destino, como dice el tango, nadie la talla. Cómo parar esos “golpes en la vida, tan fuertes…, yo no sé”, de los que Vallejo sabía y cuánto.

Lo único que queda, después de ese acto casi irracional, es el cansancio infinito y el paupérrimo consuelo de que “se hizo lo que se pudo”, lo cual sabe a mierda.